El Sevilla comenzó mandando,
pero se complicó la vida en el segundo periodo, entregando el dominio al
Espanyol. En lo más empinado, pese a no exhibir brillantez, tiró de
coraje y amor propio para reaccionar y poner los octavos de final más
cerca

El decepcionante encuentro de Zaragoza exigía una faena aseada, pisando
el acelerador desde el principio. El Sevilla se lo tomó en serio y desde
el comienzo se echó el partido en cima. En el minuto tres ya ganaba
1-0, gracias a un estupendo cabezazo de Fazio, al bote de un saque de
esquina con claro sello de jugada ensayada. Era un comienzo
esperanzador, sobre todo porque los de Míchel ofrecieron una primera
media hora rotunda, mostrando esa versión de fútbol asociativo y en
ocasiones frenética que tanto gusta cuando juega a querencia, aunque en
esta ocasión con una variante táctica, utilizando Míchel a sólo dos
mediocentros -Medel y Rakitic- y colocando a Reyes en la mediapunta. El
utrerano era, precisamente, uno de los grandes alicientes de la noche. O
más bien interrogantes, después de las dos últimas ausencias en las
convocatorias. Y de menos a más el zurdo se fue creciendo, ganando en
confianza y ayudando a una propuesta común que tal vez mereció mejor
suerte antes del descanso. Negredo, con un ajustado disparo desde la
frontal, Navas, con una inocente volea, y varios centros impregnados de
veneno que fueron repelidos in extremis por los espanyolistas, pudieron
haber puesto más tierra de por medio en el marcador. El Espanyol, de
hecho, apenas inquietó las inmediaciones de Diego López, destacando la
sobriedad en defensa de Botía y Fazio, que incluso tuvo tiempo para
adornarse. La última jugada del primer tiempo, de hecho, fue una
peligrosa falta que Rakitic elevó demasiado.
En la reanudación el Espanyol mostró otra cara. Se hizo con el cuero
ante un Sevilla narcotizado y comenzó a avisar muy pronto. Diego López,
al poco de comenzar, sacó un balón sobre la raya. Prácticamente después
Cala sustituyó al lesionado Botía. En el minuto seis, los periquitos, a
la contra, dieron un nuevo aviso, con disparo de Galán demasiado
cruzado. Cristian Alfonso, el mejor de los suyos, fue el siguiente en
tener el empate, pero gracias a un toque salvador de Fernando Navarro la
volea del catalán fue mansa y quedó en nada... Tanto iba el cántaro a
la fuente que se iba a acabar rompiendo, algo que Míchel percibió, sobre
todo por el naufragio que estaba originándose en la medular. El técnico
puso solución, sacando a Reyes, que estaba apagándose, por Campaña. El
Sevilla retomó el control y en el 18 Rakitic tuvo una clamorosa ocasión
en el balcón del área chica, totalmente sólo, pero Casilla adivinó su
frivolidad. Esa ocasión poco después se iba a venir a la cabeza de
todos, cuando Cristian Alfonso hizo la jugada de la noche, bicicleta
incluida, y batió a Diego López desde la frontal con un disparo fuerte y
ajustado al palo izquierdo del gallego.

El gol españolista dio paso a minutos de mucha incertidumbre para los
locales, tocados y dando la sensación de que en cualquier momento podían
besar la lona. El partido pintaba ahora para el Espanyol y Míchel agótó
el último cambio, sacando a Babá por Rakitic. Se trataba de jugar al
todo o nada, porque el resultado no era nada bueno. Y el Sevilla, en
esos momentos críticos, sin encontrarse en el juego, tiró de furia para
salir del atolladero en el que se había metido por su propia
cuenta. Jugó con corazón y achicó a los catalanes. De esa forma, con un
nuevo córner, esta vez botado por Campaña, se pusieron por delante los
nervionenses, con un hábil remate de Cala. El tanto, más que en el
marcador, se notó en la moral, porque los locales metieron una sexta
marcha, sin estar finos, pero dando rienda suelta al excepcional caudal
ofensivo que atesoran cuando conectan tres pases, como ocurrió en la
última jugada del encuentro. Rápida salida del equipo, Cicinho desangra
las entretelas de la defensa visitante con un cambio de ritmo magnífico,
Navas le dobla, recibe, pone el balón con mucho tiento, y Negredo, que
lo busca en el área, es claramente derribado. Penalti sin discusión. El
mismo madrileño pone el balón en el punto homicida. ¿Vallecas? No, sin
nervios, con mucha clase, engañando a Casilla, cambiándosela de palo con
mucha delicadeza, y logrando el tercero de los suyos.

Con ese sutil y fundamental remate, Negredo echó el telón a un encuentro
en el que el Sevilla ganó tirando de oficio y denuedo justo cuando el
guión se había enrevesado. No fue la noche, pero el equipo demostró que
está vivo y que también sabe ganar de otra forma cuando las cosas se
ponen feas. Ese espíritu del final es lo que tiene que haber siempre. La
renta es buena y los ocatvos están cerca.
Joaquín, así no llegarás muy lejos, si copias y pegas los artículos de otras web, deja el enlace de donde lo has extraido. "Por lo menos".
ResponderEliminarExtraido de la web Oficial del Sevilla F.C.
Ya estás entre mis webs amigas, un saludo.
ResponderEliminarhttp://confesionesbalon.blogspot.com.es