SONRÍE Y HACE SONREIR. El Sevilla se ha subido a una ola de buen juego y confianza que le debería llevar a Europa. Negredo dio un recital de pegada y juego com...

SONRÍE Y HACE SONREIR.

13 de abril de 2012 | Agrega tu comentario


El Sevilla se ha subido a una ola de buen juego y confianza que le debería llevar a Europa. Negredo dio un recital de pegada y juego combinativo, mientras que Navas desangró a los maños y no paró de correr hasta el final del choque.
Con eficacia y sin forzar la máquina, prácticamente dejándose llevar por el buen momento de su fútbol, el Sevilla se impuso de forma holgada al Zaragoza, posiblemente en el partido con menos sobresaltos de la temporada. Hubo partido hasta el minuto 10, cuando Fazio hizo el primero con un impecable testarazo al bote del córner. Los maños quedaron tocados y Negredo emergió para dar una exhibición futbolística en toda regla, tanto cara a puerta como combinando con sus compañeros, convirtiéndose en el punto sobre el que pivotaban todos los ataques locales. El madrileño hizo dos más antes del descanso, asistido por Manu, primero, y por Navas, después, que hizo de la derecha una autopista por la que circuló sin freno hasta el final del choque, imparable para unos maños que se contentaron con que la goleada no se abultara en el descanso.      La gran noticia de la noche es que el Sevilla encadenó su segundo triunfo consecutivo en casa y que lo hizo con superioridad, exponiendo con lucidez los muchos argumentos –aún con bajas- que atesora. En definitiva, no hubo debate en Nervión y si eso fue así es más por mérito local que por demérito visitante, sobre todo si se tiene en cuenta que el Zaragoza venía de encadenar una buena racha de resultados y de dar una imagen más que digna ante el FC Barcelona el pasado fin de semana. Está claro que el Sevilla vive su momento más dulce de la temporada y que cuando juega se gusta, porque así se impuso ante el Zaragoza, gustándose y gozando. Tras unos primeros minutos de tanteo, llegó el remate de Fazio y entonces se activó la máquina, con Navas degollando las entretelas mañas por el costado diestro y Negredo haciendo todo y más. Fue un lujo ver al madrileño, que posiblemente cuajó su partido más completo de la temporada, jugar de espaldas y habilitar en profanidad a sus compañeros, por más que fuera él quien se aprovechara de un excepcional servicio de Manu para hacer el segundo en el minuto 28. Con el 2-0 el dominio se volvió apabullante, porque la confianza que destilaban las formas de los nervionenses hacía que el conjunto de Míchel literalmente pasara por encima del su contrario. El tercero, de hecho, no se resistió mucho. Luna, de nuevo muy acertado jugando en el interior izquierdo, robó el cuero, se la colocó a Negredo, que empalmó fuera del área tal y como venía, estrellándose con las manos de Roberto. El rechace del meta fue a parar a Navas, quien levantó la cabeza y asistió, una vez más, a Negredo, que con un giro de cabeza sensacional, dio la puntilla al Zaragoza, con toda la segunda parte por delante.     En la reanudación el Sevilla salió con el mismo impulso arrollador. Y de hecho Navas y Manu, que de nuevo brilló, demostrando que es en la mediapunta donde mejor se siente, tuvieron el cuarto, pero Roberto sostuvo la dignidad de los aragoneses, que se estiraron un poco buscando el gol de la honra, eso sí, con pocas ocasiones, dado el buen trabajo defensivo, liderado por un Fede Fazio que rebosó oficio, muy bien escoltado por Escudé. Los locales, obviamente, levantaron el pie del acelerador y Míchel fue refrescando el equipo, pensando ya en Getafe. El que no paró, sin embargo, fue Navas, un jugador de otra pasta, inagotable. Resultó maravilloso ver al palaciego esprintar en el minuto 90 para intentar sacar un último centro… Tal vez en esa ilusión, en ese carácter insaciable, reside el éxito de este campeón del mundo que en suma simboliza el propio espíritu de superación en el que se fundamenta el deporte.     El único pero fue la amarilla que vio Navas, que no le permitirá estar en Getafe. Ni siquiera eso, sin embargo, empaña una noche de fútbol primoroso y sobrado en matices de un equipo que cada día que pasa cree más en lo que hace. El Sevilla gana sonriendo y haciendo sonreír, confiado, lanzado... Nueva victoria, pero sobre todo, otro recital y otro ejercicio de superioridad manifiesta, hasta el punto de llegar a aburrir de tanto acaparar. El sello de Míchel, pues se vio incluso perdiendo en San Mamés, existe y le ha cambiado la caa a un Sevilla que se ha subido a una ola que debería llevarle a Europa por novena campaña consecutiva.

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